Hacia el 3500, la existencia de más de un templo por ciudad señala que han aparecido auténticas divinidades en las que la comunidad humana centra sus esperanzas y temores, superando concepciones impersonales como las de las fuerzas de la naturaleza y la fertilidad. La relación entre las divinidades y la comunidad estará mediada por una clase emergente de sacerdotes que también se arroga la dirección coordinada de la sociedad.
Durante el neolítico, las comunidades permanecen en la dimensión de aldeas, son homogéneas en su edificación y autosuficientes. Las especializaciones son ocasionales e irregulares. El salto organizativo consiste en separar la producción de alimentos de las técnicas especializadas y polarizar esta separación concentrando a los especialistas en algunas poblaciones más grandes, dejando la tarea de producción de alimentos a las aldeas dispersas. Pronto esta relación deja de ser complementaria y pasa a estar jerarquizada, con aldeas tributarias de la ciudad. Hay un flujo de excedentes alimenticios (que va de los productores) para mantener a los especialistas y un flujo de productos especializados y servicios, (que va de los especialistas a los productores de alimento). Sin embargo estas relaciones se desequilibran a favor de los especialistas ya que poseen un prestigio social y cultural mucho mayor que el de los productores de alimentos.
Lo que a escala familiar y de aldea era realizado por las cabezas de familia y estaba determinado por la tradición, ahora se convierte en tarea especializada. Surgen polos de decisión: los templos y el palacio que distinguen las ciudades de las aldeas. En estos centros se acumulan los excedentes en los que se basa el sistema redistributivo.
Relación entre la ciudad y las aldeas: la revolución urbana culminó en
Si no se coordinan las iniciativas locales se originan conflictos. Las primeras ordenaciones hídricas son de la época de Ubaid pero hacia el 3500 alcanzan una gran dimensión y sirven como medio de comunicación entre las comarcas, dado que el transporte fluvial es más efectivo que el terrestre. La realización de estas obras requiere la existencia de un excedente de personas (que puedan dejar de cultivar para dedicarse a esta tarea) y de comida (para alimentar a estos trabajadores) pero también desemboca en una ampliación de la producción y del excedente.
Surge la especialización y jerarquización de los asentamientos: una ciudad capital (donde se encuentra el palacio y el templo, y donde se realizan la mayor parte de las funciones especializadas) una serie de centros regionales periféricos (son poblaciones intermedias que desempeñan funciones urbanas descentralizadas) y un elevado número de aldeas tributarias. Este conjunto está separado de otros similares por franjas de territorio pantanoso sin colonizar, o bien por estepas áridas.
El arado reduce el tiempo dedicado a la siembra y se adapta mejor a un paisaje estandarizado de parcelas alargadas situadas perpendicularmente a los márgenes de las acequias. Por lo tanto responde a una organización planificada de la producción agrícola.
El crecimiento demográfico estimulado por el aumento de la producción de alimentos lleva al crecimiento de las ciudades, aunque este a veces provoca un despoblamiento en el campo que lo rodea (en el caso de Uruk), y otras veces este crecimiento se reparte en las numerosas aldeas (caso de Nippur).
Con la urbanización aparecen dos tipos de tierras:
- Las que siguen siendo propiedad de las familias libres.
- Las que pertenecen al templo y al palacio.
La concentración de riquezas en las ciudades lleva a la necesidad de construir murallas. Las aldeas, son demasiado numerosas y pequeñas y la riqueza que contienen es demasiado modesta como para justificar la construcción de murallas. La riqueza de las aldeas es la población que se salva dándose a la fuga.
El núcleo dirigente debe trabajar en dos frentes: el administrativo (que llevará a la formación de una burocracia y el desarrollo de la escritura) y el ideológico (que desemboca en el clero).
El surgimiento de la escritura: al tiempo que se ponen en práctica sistemas de medidas, la administración establece sellos como instrumento de garantía. En la fase Ubaid el sello está muy generalizado tanto en Mesopotamia como en las regiones circundantes. Su uso equivale a una firma. En la época de Uruk, el sello pasa de ser una simple firma a una garantía de que no se ha abierto el recipiente sellado. Luego se pasa a la utilización de tablillas donde se graban signos pictográficos que ya no representan al objeto en cuestión sino a una palabra que suene más o menos igual. La administración se convierte en el trabajo más especializado y el funcionario administrativo por excelencia es el escriba. Los escribas son formados en verdaderas escuelas donde les enseñan el manejo de los signos.
Los especialistas: son el grupo más selecto del estado, pero económicamente dependen del rey (o del dios) para su mantenimiento. Los talleres de artesanos, los almacenes, las oficinas y los archivos de los escribas se encuentran en el templo y en el palacio. En cambio, el resto de la población es libre porque posee sus medios de producción y trabaja para su propio sustento. En el sistema redistributivo da más que recibe, y lo que recibe tiene un carácter meramente ideológico (culto religioso, propaganda política), aunque se beneficia con la excavación de canales que solo una gran organización puede garantizar.
La especialización se torna jerarquizada, con maestros y aprendices, supervisores y obreros. Las relaciones tradicionales del trabajo familiar son reemplazadas por otras de dependencia y promoción en la carrera. La retribución es personal y toma importancia la posesión personal de bienes.
El fortalecimiento del clero y de la burocracia: la comunidad urbana que está acostumbrada a atribuir a personalidades divinas la responsabilidad de hechos incontrolables por el hombre, y que trata de ganarse su favor por medio de sacrificios y ofrendas, traslada ahora todo esto al nivel de la organización centralizada. Se produce una especie de paralelismo entre el mecanismo de centralización y redistribución y el de las ofrendas para el culto. La comunidad que cede una parte de su producto a las divinidades para ganarse su favor, también cede un aparte de la producción a la clase dirigente a cambio de los servicios organizativos y las decisiones.
También el panteón de las divinidades se jerarquiza y se especializa. Cada dios posee determinadas características y habilidades. El papel que desempeña el templo, de simbolizar y mantener la cohesión de la comunidad, es esencial. A su alrededor hay espacios acondicionados para las fiestas.
Si la persuasión y la ideología no bastan, el poder central puede recurrir a medios coercitivos ya que surgen especialistas en la guerra (con dedicación plena). El ejército además está formado por un número de conscriptos reclutados de entre toda la población
El rey (en): el rey ocupa la mayor parte del tiempo en su función administrativa, aunque también desempeña la función de sumo sacerdote (en) del dios de la ciudad. En el período de Uruk todavía no hay un palacio laico separado del templo. El rey también es responsable de la defensa de la ciudad.
Los mercaderes: también son especialistas, aunque en realidad son agentes comerciales. Parten de la ciudad con una provisión de productos manufacturados y se dirige a las lejanas regiones productoras de materias primas. Allí intercambia los productos manufacturados por metales y piedras preciosas, vuelve a la ciudad y allí rinde cuentas para aclarar si el valor de los bienes que ha traído es equivalente al de la provisión de partida. Quizá la zona de origen de ciertos productos sea ignorado, por lo que se obtiene en centros de distribución e intercambio. En los países exportadores de materias primas se organiza su producción y en algunos casos su elaboración, por lo que el estímulo del comercio resulta muy eficaz para el desarrollo organizativo de las regiones periféricas. Los desplazamientos se realizan por agua, siempre que sea posible.
El comercio: en estas primeras etapas la sociedad protoestatal no reconocen la reciprocidad económica del trueque porque sería como reconocer la existencia de otros centros políticos de igual jerarquía. Las consideran cesiones debidas al prestigio y poder del dios de la ciudad.
La gran expansión de esta primera urbanización se nota con distintos grados de intensidad desde el núcleo de
En la periferia, donde no hay una acumulación de excedentes y la urbanización aparece en las rutas de acceso a los productos naturales, se plantea el problema de organizar la explotación de eso recursos y se instala una clase dirigente local que se sostiene por la fuerza y las rentas procedentes de las nuevas relaciones comerciales. De esto modo surge una aristocracia militar que gestiona la explotación de los recursos disponibles y que utiliza como elemento secundario el simbolismo religioso local, a diferencia de lo sucedido en
PERÍODO PROTODINÁSTICO
Protodinástico I (2900–2750): es una etapa de crisis y retroceso
Protodinástico II (2750–2600) se evidencia la existencia de varios centros urbanos importantes, con una serie de ciudades estados similares que compiten entre sí, a diferencia del período de Uruk donde la única urbe importante era esa misma ciudad.
Protodinástico IIIa (2600–2450). Aquí ya aparece la diferenciación entre el templo y el palacio en las ciudades de la baja mesopotamia. Parece ser que podría estar indicando la consolidación de un sistema político laico cuyo origen quizá sea el norte mesopotámico. La clase dirigente del templo (anónima) es sustituida por una clase dirigente que necesita afianzar una imagen más personalizada de su realeza, aquí aparecen las primeras inscripciones reales, de Emmebagaresi y Mesilim. Sin embargo el templo sigue manteniendo su importancia económica: encargándose de el almacenamiento, los servicios y la producción primaria.
Protodinástico IIIb (2450–2350)
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL PROTODINÁSTICO:
La población de las aldeas contribuye a la acumulación centralizada de productos de dos maneras:
1) Mediante la cesión de una parte del producto.
2) Mediante prestación de trabajos (generalmente agrícolas y en caso de necesidad, militares)
Los campesinos creen que están manteniendo a la divinidad, cuando en realidad están manteniendo a las capas privilegiadas de la ciudad.
La distinción entre especialistas (dependientes del templo) y hombres libres (productores de alimentos) se mantiene, pero a medida que los aldeanos comienzan a empobrecerse y sus miembros se ven obligados a vender las tierras, se forma un campesinado no propietario que no tiene más remedio que depender del estado (mushkenum, que dependen del estado al igual que los especialistas) o de miembros concretos (esclavitud por deudas) para poder sobrevivir.
En las ciudades hay grandes concentraciones de mano de obra en dos sectores:
1) La molienda de granos. Realizada por mujeres con sencillos molinos de piedra (morteros).
2) El sector textil. También realizado por mujeres con instrumentos neolíticos como el huso, la rueca y el telar horizontal.
Estos sectores de bajo nivel técnico se diferencian con todos los demás sectores de la transformación de los que se ocupan reducidos grupos de artesanos especializados.
La presencia de “reformadores” como Urukagina demuestra que existe una clase que comienza a endeudarse y a ceder sus propiedades y sus hijos al acreedor, como pago por los intereses. Esto desemboca en la servidumbre por deudas cuando no se devuelve lo prestado. Esto se relaciona con la aceleración de la desaparición de la pequeña propiedad familiar y el aumento de las propiedades del templo y el palacio, así como la de los altos funcionarios. El endeudamiento puede ser consecuencia del exceso de la carga fiscal (en impuestos o trabajos forzados) y si un par de cosechas ponen a las familias en apuros, el proceso de servidumbre se desencadena. Los que salen ganando son los acreedores, que son los que detentan la administración del templo y del palacio, los únicos que poseen excedentes para ayudar a los que se encuentran en apuros.
Cada ciudad es gobernada por una dinastía local. Desde el plano ideológico es fundamental la legitimación divina de la realeza, la subordinación del rey al dios y la presentación de su obra como fiel reflejo de la voluntad divina. La pluralidad de dioses hace que se considere legítima la pluralidad de centros políticos, uno por ciudad y por dios.
Desde el plano administrativo surge la necesidad de subordinar los templos a la administración estatal unificada. Los reyes, una vez lograda la legitimación interna (basada en la aprobación o el sometimiento de la clase sacerdotal local) buscan la legitimación externa (que únicamente puede ser dada por Enlil, el dios supremo que tiene su templo en Nippur).
El rey tiene la responsabilidad de controlar las estructuras productivas y el sistema redistributivo, pero las buenas cosechas se deben al dios. Lo mismo en la guerra, el rey está al mando de las operaciones pero el resultado del enfrentamiento lo deciden las divinidades según su voluntad, sin embargo el comportamiento del dios es reflejo del comportamiento real.
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